El hechizo que sufrió el Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-
Pregunta 2: ¿Es cierto que al Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- le hicieron un hechizo? ¿Realmente padeció el efecto de la magia?
Respuesta 2: El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- era un ser humano, por lo tanto podía acaecerle cualquiera de las aflicciones que padecen los comunes mortales; como dolores, enfermedades, agresiones, injusticias y otras cosas similares propias de esta vida mundanal; que por las cuales no fue enviado. Por eso no es nada imposible que haya caído enfermo, o haya sido víctima de un hechizo que le hacia suponer acontecimientos sin suceso real (mientras le duró el efecto de la magia). Por ejemplo, llegó a pensar que había cohabitado con una de sus esposas sin haberlo hecho; o suponía que tenía la capacidad de hacerlo, pero cuando se acercaba a ella, se sentía incapaz. Sin embargo, el hecho de que estuviese enfermo o bajo el efecto de la magia, no tenía ningún impacto sobre su recepción de la Revelación Divina, ni sobre su capacidad de transmitir a la gente el Mensaje. Así lo confirman las pruebas del Coran y de la Sunna, como también el consenso unánime de los primeros ulemas, quienes afirman la característica infalible del Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- en cuanto a la prédica de todos los asuntos relacionados a la Religión. La magia no fue sino un tipo más de enfermedad que sufrió el Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- en conformidad con el Hadith narrado por
‘A’isha
-que Allah esté complacido con ella- que dijo:
El Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- fue hechizado por un hombre de
la tribu Banu Zurayq
que se llamaba
Labid ibn Al-A‘sam.
El efecto de esa magia llegó a tal punto que le parecía haber hecho cosas que no las hizo. Un día -o noche- oró y suplicó, luego dijo:
«¡Oh, ‘A’isha!
(
Número del tomo 1;
Página 570) Siento que Allah me ha respondido lo que Le suplicaba. Dos hombres vinieron y uno de ellos se sentó junto a mi cabeza y el otro junto a mis pies. Dijo el primero al segundo -o viceversa-: "¿Cuál es la dolencia de este hombre?" El otro respondió: "Ha sido hechizado". Le preguntó el primero: "¿Y quién lo hechizó?" Respondió el otro:
"Labid ibn Al-A‘sam".
Le volvió a preguntar: "¿Con qué?" Dijo el otro: "Con un peine, algo de su cabello que quedó en él y con la espata de una palmera macho". Preguntó de nuevo: "¿Y dónde está eso?" El segundo respondió: "En el
pozo de Dhu Arawan"».
El Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- se fue con algunos Compañeros hasta el pozo y volvió; luego dijo:
«‘A’isha,
esa agua parecía como si fuera una maceración de alheña, y sus palmeras eran como cabezas de demonios». Dije: "¿Lo quemaste (al embrujo)?" Él dijo: «No, pues a mí Allah ya me ha curado, y temí que la gente lo tome a mal». Después ordenó que el pozo fuera cegado.
Un Hadith recopilado por
Al-Bujari
y Muslim.
Quien niegue este hecho contradice a las pruebas que lo registran, así como a el consenso unánime de los Compañeros y de sus piadosos predecesores, y estará apoyándose en pretensiones falsas e infundadas. De entre quienes comentaron en amplitud este episodio, está el erudito
Ibn Al-Qayyim
en su obra "Zad Al-Ma`ad",
y Al-Hafizh ibn Hagar
en su libro "Fath Al-Bary".¡Que Allah nos conceda el éxito!¡Que Allah bendiga a nuestro profeta Muhammad,su familia y sus compañeros!